Canto Ángel de Dios
Durante un encuentro en Porto San Giorgio, tuve la gracia de entregar personalmente un ejemplar de mi novela, Shomerel. La inaudita misión del Ángel Guardián de Jesús, al equipo internacional del Camino Neocatecumenal, formado por Kiko Argüello, María Ascensión Romero y el P. Mario Pezzi.
No fue un acto formal, sino un gesto sencillo y fraterno, nacido del deseo de compartir una obra que —como tantas inspiraciones— ha brotado de la oración, de la misión y del misterio mismo de la fe.
El libro lleva una dedicatoria en memoria de Carmen Hernández, mujer de fe luminosa, cuya vida y testimonio han inspirado a miles a seguir a Cristo con radicalidad y alegría.
Poder ofrecer Shomerel en ese contexto fue, para mí, un signo de comunión y gratitud. Sentí que, en cierto modo, la novela encontraba su propio camino: ese que une arte, evangelio y belleza, para seguir anunciando el amor de Dios que todo lo transforma.
Panamá abrió sus puertas y su corazón a Shomerel en un evento que desbordó entusiasmo. Frente a cerca de 200 invitados celebramos una mesa redonda a la que me acompañaron, un sacerdote, una estudiante y una profesional del derecho apasionada por la historia de Israel.
Durante hora y media, hablamos de Fe, amistad, desafíos de la vida y el papel de los ángeles en nuestra historia personal. Las preguntas del público y las respuestas de los panelistas encendieron un ambiente de reflexión y alegría compartida.
La jornada concluyó con la firma de ejemplares y fotos en el photocall, donde tuve la oportunidad de encontrarme personalmente con cada invitado. Fue una celebración de Fe, cultura y comunidad que confirma que el mensaje de Shomerel resuena con fuerza en las nuevas generaciones.
La Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) fue el escenario de un lanzamiento muy especial de Shomerel. La inaudita misión del Ángel Guardián de Jesús.
El evento contó con la presencia de destacadas autoridades de la Iglesia y la academia: el Nuncio Apostólico Mons. Andrés Carrascosa, Mons. José Asimbaya – Obispo Castrense del Ecuador –, y Juan Pablo Salgado-Guerrero, PhD, Vicerrector de Investigación, Vinculación e Innovación de la PUCE así como numerosos amigos, familiares e invitados.
El ambiente solemne y cordial permitió compartir el mensaje de Shomerel en el corazón mismo de una institución dedicada a la formación integral y al diálogo entre fe y cultura.
I. Confesión inicial
Siempre me ha inquietado el misterio de un Dios encarnado en el silencio fecundo de los pequeños y en las grietas de la historia, allí se mete Dios !!! . Esa intuición se hace presente en este libro de una forma sorprendente.Es un texto que se atreve a escarbar en lo que casi nunca nos hemos atrevido a pensar: ¿qué papel tuvo el ángel guardián de Jesús en la trama de la Encarnación, en su vida escondida, en su entrega hasta la cruz?
Quiero comenzar con una confesión: intenté presentar este libro desde la perspectiva literaria, pero todo resultaba insípido, como si la belleza de las palabras no alcanzara. Lo intenté desde la perspectiva académica, pero el camino se volvía áspero, seco, sin savia. Lo intenté desde la perspectiva teológica, pero desembocaba en un callejón sin salida, atrapado en conceptos que no podían dar cuenta del misterio.
Quiero que me perdonen los teólogos si lo que aquí digo roza la osadía de la blasfemia.
Quiero que me perdonen los académicos si mis palabras pierden la rigurosidad que ellos custodian con celo.
Quiero que me perdonen los literatos si mi lenguaje rompe con las formas de la prosa
Entonces comprendí que la única manera de hablar de este libro es desde la vida misma. Desee mis inquietudes existenciales hasta las que motivaron al autor a donarse en Japón, en una misión de a pie, una misión que levantar todos los días, una esperanza que surge desde el abandono en Dios. Y desde ahí lo digo: después de leer este libro, me ha quedado la convicción de que todo misionero —y, más aún, todo cristiano que trabaja por el Reino— es un ángel guardián del Cristo resucitado, que busca hacerse presente en el corazón de los hombres, que quiere reencarnarse en cada uno de nuestros corazones.
II. El libro y su osadía
Este libro no es un tratado académico más, ni tampoco una narración piadosa para tranquilizar conciencias. Es un texto que se atreve a preguntar lo impensado: ¿qué papel tuvo el ángel guardián de Jesús en la Encarnación, en su vida escondida, en su entrega hasta la cruz? No estamos ante angelología de escaparate, sino ante teología narrativa. Una teología que cuenta, que toca, que conmueve. Un midrash cristiano que no reemplaza los evangelios, sino que los hace resonar en nuestra sensibilidad. Una contemplación ignaciana narrada: entrar en la escena, mirar con otros ojos, dejarse interpelar. Y aquí el paralelismo se hace inevitable: el autor, misionero en Japón, evangeliza como Shomerel mismo: no con discursos altisonantes, sino con la cercanía silenciosa que custodia y sostiene.
III. Leer desde la tierra
Hablar de un ángel guardián puede sonar ingenuo, pero este libro me enseña lo contrario: hay que leerlo desde la tierra, desde el polvo de los caminos, desde la vida concreta de los pobres. La primera acción pastoral de Cristo fue encarnarse. Y si Jesús tuvo un guardián, no fue para apartarlo del sufrimiento, sino para que lo atravesara entero. No fue para ahorrarle la cruz, sino para acompañarlo hasta el extremo del amor.
IV. María, la niña del Shabat
El relato nos regala una imagen entrañable de María: la niña del Shabat. No aparece como una abstracción dogmática, sino como mujer judía que prepara la mesa, enciende la Menorah, borda el manto de la Torah. Su “sí” no brota del vacío, sino de la tradición viva de su pueblo. María es joven que guarda secretos en el corazón, no reina distante. Aquí el libro nos devuelve algo crucial: la maternidad de María es inseparable de su raíz judía.
V. La fragilidad custodiada
El centro del libro es sencillo y escandaloso: Jesús necesitó ser custodiado. El Hijo de Dios aceptó ser cuidado. Y eso cambia nuestra mirada: la fragilidad no es un defecto, sino lugar de revelación. Lo divino se muestra en la dependencia de quien se deja acompañar. Así ocurre también con cada cristiano que trabaja por el Reino: el misionero en tierra extranjera, el profesor que siembra en sus alumnos, la madre que sostiene su familia, el joven que defiende la vida en medio de la violencia. Todos ellos —frágiles y perseverantes— custodian la presencia del Resucitado en medio de la historia.
VI. El silencio que sostiene
“Shomer” significa guardián, vigía de la noche. El ángel de Jesús no habla mucho; su lenguaje es el silencio. Pero no es un silencio vacío, sino presencia que acompaña hasta el final, como en Getsemaní. Así también la vida cristiana: no siempre habla, pero está. No siempre explica, pero sostiene. Ese silencio es Evangelio vivo. Esa permanencia discreta es la pastoral más honda: velar, acompañar, no huir.
VII. El Evangelio como custodia
La misión de Shomerel no es glorificar ángeles, sino custodiar la humanidad de Jesús. El Evangelio es defensa radical de la vida concreta. Si Dios mismo necesitó guardianes, cuánto más los crucificados de hoy: el niño desnutrido, la mujer violentada, el migrante expulsado, el anciano descartado. Cada uno de ellos clama por un Shomerel. Y cada cristiano que responde con gestos de amor se convierte en ese ángel guardián: cuidando, sosteniendo, defendiendo la vida en su fragilidad.
VIII. Comunidades guardianas
Jesús vivió y murió acompañado. Nadie se salva solo. Todo discipulado es custodia compartida. Lo sabemos en nuestra tradición popular: la madre que vela al hijo, el vecino que protege la cosecha, la comunidad que defiende el bien común. Eso también es Evangelio. Eso también es ángel.
IX. Contra la espiritualidad evasiva
Este libro nos libra de la tentación de una espiritualidad evasiva, de esas que se plantean desde la asepsia. El cielo no es un decorado estéril. La verdadera idolatría no está en creer en los ángeles, sino en usarlos como excusa para no creer en el hombre. Shomerel nos devuelve un ángel encarnado, guardián de lo frágil, compañero de camino.
X. Vida, muerte y esperanza
“No temo a la muerte. El alma no muere. No creo en las penas eternas, no le corto las manos a Dios.” Ese espíritu se respira en este libro. Su ángel no libró a Jesús de morir, pero lo acompañó hasta la Pascua. La custodia no suprime la finitud, la convierte en lugar de esperanza, abraza la Resurrección!
XI. Nuestra misión inaudita
Este libro no es angelología de biblioteca. Es un llamado a comunidades vivas. Nos recuerda que Dios quiso ser cuidado y que nosotros estamos llamados a cuidar. La misión de Shomerel se prolonga hoy en cada madre que vela a su hijo, en la comunidad que defiende el agua, en el pastor que acompaña, en cada cristiano que no huye cuando arrecia la noche.
XII. Conclusión: Dadles vosotros de comer
Viene a mi mente un rato del evangelio. Los apóstoles están cansados, el campo es abierto, la hora es mala. Ellos proponen lo razonable: “Diles que se vayan”. Jesús responde con la osadía de Dios: “Dadles vosotros de comer”. No los despidas —custódialos—. No los mandes lejos —acércales pan—. No los sueltes —quédate—. Ahí está todo: custodia y mesa, ángel y pan, presencia y Reino.
Luego de leer Shomerel, ya no puedo oír ese diálogo sin ver lo que se juega: cuando decimos “diles que se vayan”, abdicamos del ángel que se nos ha confiado; cuando obedecemos “dadles vosotros de comer”, entramos en la misión de Shomerel. Porque custodiar es no despedir; es dar de comer con lo que haya: cinco panes, dos peces, una tarde y un corazón que no huye.
Que Shomerel nos devuelva, entonces, la valentía de una fe que no desaloja, sino que hospeda; que no se excusa, sino que reparte; que no claudica, sino que permanece. Y que, cuando la noche arrecie y alguien susurre “diles que se vayan”, el Resucitado nos encuentre del lado de su mandato: dándoles de comer, sin abandonar jamás.
En el acogedor espacio de Librerías Paulinas, amigos, lectores y el equipo de la librería se reunieron para celebrar la llegada de Shomerel. La inaudita misión del Ángel Guardián de Jesús.
Fue un encuentro cercano, marcado por el diálogo y la reflexión, donde cada asistente pudo descubrir el corazón de la novela y compartir impresiones en un ambiente fraterno.
Este lanzamiento, probablemente más íntimo que otros, recordó que no importa el tamaño del evento, sino la profundidad con que el mensaje llega a cada persona.
Sirva este espacio para agradecer al equipo de Librerías Paulinas su acogida y su apoyo a la Evangelización.
El Liceo Panamericano Centenario de Guayaquil fue el escenario perfecto para la presentación de Shomerel. La inaudita misión del Ángel Guardián de Jesús.
Profesores, estudiantes y amigos se unieron en un encuentro que combinó cultura, fe y reflexión. La participación entusiasta de los jóvenes fue el gran regalo de la jornada: sus preguntas y comentarios mostraron que el mensaje de Shomerel toca el corazón de las nuevas generaciones y las invita a mirar la vida con sentido trascendental.
Este lanzamiento en Guayaquil confirma que la novela no es solo para leerla, sino para dialogarla, compartirla y dejarse transformar por ella.
El teatro de la Parroquia de San Roque se llenó de música y alegría para celebrar el lanzamiento de Shomerel. La inaudita misión del Ángel Guardián de Jesús.
El P. Luis Monge conectó la misión de Midrashel con la vida misionera del P. Santiago en Japón, emocionando a los más de 80 asistentes.
La velada terminó con un brindis ofrecido por el P. Marcelo Gómez y un ambiente fraterno en el que el P. Santiago saludó personalmente a cada invitado.
Cuenca, fiel a su título de “Ciudad del Arte y la Cultura”, dio a Shomerel una acogida cálida y entusiasta.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que "Los ángeles rodean a Cristo, su Señor. Le sirven especialmente en el cumplimiento de su misión salvífica para con los hombres" (nº 351). "Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican sin cesar a Dios y sirven a sus propósitos salvíficos hacia las demás criaturas: "Los ángeles contribuyen a todo lo que es bueno para nosotros" (n° 350). Los ángeles "evangelizan" (Lc 2,10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación y Resurrección de Cristo". (n° 333) "Estarán presentes en el retorno de Cristo a quien anuncian, al servicio de su juicio" (n° 333).
Es esto y mucho más lo que nos cuenta esta novela muy bien lograda por el P. Santiago Flor, misionero desde hace muchos años en Japón. En el contacto con esta cultura y desde sus raíces cristianas y su experiencia de fe el P. Santiago ha plasmado esta obra con una sencillez y un lenguaje tierno para acercarnos a las fuentes de nuestra fe, la misma que es narrada en forma de novela, donde entre otros aspectos sustanciales, hace intervenir a un personaje de modo especial: el ángel Shomerel, quien es testigo de que Dios irrumpió la historia de la humanidad para enviarnos a su Unigénito.
P. Santiago ha descrito pagina tras pagina de esta novela la intensión única de iluminar la historia que dormía en el corazón de un escritor. La misma que desde su experiencia de fe y por la misión que Dios le ha encargado nos cuenta lo hermoso de la historia de la salvación, historia que desde su vida personal la mira como el mejor modo como Dios está detrás de todo. Entre angles y demonios surge una conmovedora historia que cautiva a todos porque es en ella cuando vemos la manifestación de Dios como podemos ser sus testigos.
Bienaventurados los que te buscan de todo corazón, los que andan en tus caminos, ¿cómo podrá un joven mantenerse en tu camino? Enséñame tus caminos, no me olvidare de tus palabras, abre mis ojos, forastero soy yo en la tierra, reprendiste a los soberbios, los malditos que se te desvían, los que hablaron contra mí, mas tu siervo medita en tus mandamientos, abatida esta mi alma, hazme entender, susténtame con tu palabra, dame entendimiento, confirma tu palabra a tu siervo, no me he olvidado de tu ley, dame sabiduría, tus manos me hicieron y me formaron, tu ley es mi delicia, tuyo soy…
Al final se ha condensado el libro en dos partes: catorce capítulos para la primera y once para la segunda parte. Hagamos de esta obra una lectura especial para saborear la Palabra mientras pedimos, esperamos o vemos cumplida la misma. Que la humildad, la sencillez y la alegría de estas paginas nos lleven a ser testigos de esperanza.
Al atardecer del 19 de agosto de 2025, En Los Cuatro Postes frente a las murallas de Ávila, viví un momento inolvidable. Sentado en las rocas junto a mis sobrinos, les hablé de Shomerel, el libro que estaba a punto de publicarse, y conversamos sobre los ángeles custodios.
Esa misma tarde nació el cántico “Ángel de Dios”: mis hermanos pusieron música a un poema que había escrito en el camino de Sevilla a Ávila, y mis sobrinos le dieron voz. Y así, probablemente, ésta sea la primera vez que una novela viene al mundo acompañada de su propia canción.
En los enlaces de esta sección puedes escuchar y descargar “Ángel de Dios” y unirte a este regalo que surgió entre familia, fe y creatividad.
El domingo 17 de agosto de 2025, en el Real Monasterio de San Leandro de Sevilla, la lectura comentada de un fragmento de Shomerel preparó el corazón de los presentes para la Eucaristía.
El Evangelio de Lucas (12,49-53), proclamado en la Misa, resonó con fuerza: Jesús ha venido a traer fuego al mundo, un fuego que transforma y renueva.
Así, la Palabra y la novela se unieron en un mismo mensaje: encender el corazón, vivir con autenticidad y dejar que esa chispa divina ilumine y oriente nuestra vida hacia lo esencial.
Con motivo de las Vísperas de la Fiesta Parroquial en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Montilla (Córdoba), tuve el privilegio de compartir con la comunidad un fragmento de Shomerel.
La escena, situada en el Cielo, narra el regreso del Arcángel Gabriel tras anunciar a María que será la Madre del Hijo de Dios. Un momento que anticipa la futura Asunción y Coronación de la Virgen como Reina.
Esta lectura abrió la puerta a una profunda reflexión:
¿Cada acontecimiento en nuestra vida tiene una dimensión que apunta a la Gloria del Cielo? ¿O es nuestra historia una sucesión de hechos sin sentido?
Y lo más desafiante: ¿nuestras respuestas tienen eco en el Cielo... o en el Infierno?